viernes, 24 de agosto de 2012

Diferentes

Nunca habría imaginado que acabaría sus días de aquella manera... pero, aunque hasta ese momento no lo hubiese visto claro, ella debía sobrevivir costara lo que costara.

Su vida nunca había sido fácil, pero, la de él, menos aún. Desde pequeño había destacado entre todos los niños de la aldea por su facilidad para conseguir hacer cosas imposibles para el resto, por lo que fue tachado de endemoniado. Pasó sus primeros años de vida rechazado por todos.

Por suerte, Iendil le encontró justo cuando empezaba a plantearse si no sería mejor acabar con todo de una vez. Ella fue su mentora y le enseñó que sus dones no eran algo de lo que debía avergonzarse.

Aún recordaba lo sucedido aquella mañana, en el bosque…

Él, como siempre hacía, se había escondido al escuchar a alguien acercarse. Sin embargo, esa vez no dio resultado, ella se percató de su presencia:

- Sé que estás ahí –dijo-. Tranquilo, no quiero hacerte daño. Sé lo que piensas de mí, pero puedo ayudarte, soy como tú.

Poco a poco, el niño se atrevió a asomarse y pudo ver a la mujer. Era joven, sobre unos veinte años. Tenía unos rasgos delicados y parecía una persona amable y tranquila, aunque también transmitía mucha fuerza y energía con sus movimientos.

 - ¿A qué te refieres al decir que eres como yo? No te conozco –la curiosidad pudo con él y terminó de salir de su escondite-, no puedes saber nada de mí.

- Tengo una historia que contarte, pequeño…

Así fue como se enteró de que existían en el mundo personas, no muchas, que poseían unas capacidades innatas muy superiores a la media, lo que les permitía adquirir una gran destreza en la lucha y llegar a controlar la energía del medio.

Él era una de estas personas.

Ella pasó a formar parte de su vida y él aprendió a aceptarse a sí mismo. A aceptar que no siempre sería comprendido, pero que debía cumplir con el deber que iba ligado a sus dones.

Unos años después, acabó haciéndose cargo de la educación de una pequeña niña a la que llegó a considerar su hija. Una pequeña niña que hoy ya era una mujer por la que había dado su vida. Una mujer que estaba destinada a hacer grandes cosas.