jueves, 10 de octubre de 2013

Abominación. Parte II.

Abominación. Parte I.

"No. No puedo mas."

La pequeña no sabía qué hacer ya. Una cosa era huir de los niños, eso era fácil, pero no era capaz de soportar la resistencia de un adulto.

Sólo tenía por seguro una cosa: no debía parar. Si lo hacía, estaba perdida. Ya no había nadie en el mundo que fuese capaz de protegerla. Bueno, sí, quedaba él, su padre. Pero ella no sabía cómo encontrarlo, no sabía nada sobre él.

Bueno, una pequeña parte sí sabía, lo que le había contado su madre en susurros cuando aún su parte de dragón no se había hecho tan fuerte y eran capaces de ocultarlo. Pero llegó un momento en que dejó de contarle aquellas historias, más o menos por la misma época en la que, los que creía sus amigos, empezaron a meterse con ella sin pausa.

La única esperanza que le quedaba era llegar a las montañas. No estaban demasiado lejos de la aldea, pero ninguno de sus habitantes se atrevía a acercarse hasta allí. Contaban historias de monstruos que raptaban doncellas y arrasaban los campos.

Ella no sabía si esas historias eran ciertas, pero sí que allí lograría salvarse de esta persecución.

Cada vez las montañas estaban más cerca, pero también sus perseguidores. Si no conseguía acercarse a tiempo, lo iba a pasar mal, muy mal. Por suerte para ella, mucho antes de lo que pensaba, los aldeanos empezaron a desistir de capturarla. Su miedo era enorme, ¿qué habría en esas montañas?

Pese a todo, no paró, no se atrevía. Ellos podían volver a la persecución en cualquier momento. No estaría segura hasta que no consiguiese llegar a la pequeña cordillera y encontrar un buen escondite.

Sin darse cuenta la pequeña, se fue haciendo de noche. Al final, no fue capaz de dar un paso más y cayó al borde del camino, agotada. Sin poderlo evitar, todo lo que había pasado empezó a cruzar su mente y no pudo contener más las lágrimas.

- Mamá -no era capaz de evitar los sollozos-. Mamá, ¿dónde estás?